Difícil trámite. El tercer episodio de GBE históricamente es un peñazo. En mi
casa hasta propusieron cambiar de canal y poner “Tu cara me suena” de Antena3.
Me negué. Hay que ser pacientes. Venimos del subidón y entiendo que de repente
un episodio lineal pueda provocar nervios e incluso quejas. Hay que estar
atento. Empezamos a adivinar estallidos y polémicas pero todavía no ha pasado
nada y la verdad, quizás por el trepidante ritmo del comienzo, estamos
ansiosos. Ansiosos porque pasen miles de cosas, por conocer cómo acabará Elo,
por saber si Melendi finalmente asesinará a alguien, por si el cerdícola de
Jonathan conseguirá su oscuro propósito… Pido paciencia, el tercero es el episodio de
las señales. Pequeñas pistas que anticipan el futuro. Y si nos tenemos que guiar por ellas y fiarnos de mi predicción,
señales hubo unas cuantas. Señales de guerra, polvos y hasta violencia, ingredientes
inequívocos de éxito televisivo. Analicemos pues las pistas de un futuro
caótico.
Gustavinho
La granja de Gustavinho empieza a estar entretenida. El encanto brasileño está convirtiendo el aburrimiento pasado en un futuro prometedor que pinta divertido. Gustavo está que se sale: lleva gafas mitad bakala mitad ciclista, le toca el tanga en público a la carioca y le mete cortes monumentales a la pobre y deteriorada Vanesa. Se le ve feliz. Antológico cuando le pregunta a las chicas por sus amores pasados (preguntón por otra parte), la brasileña responde con un tajante "no me gusta hablar del pasado", claro, me imagino. Cuando la pobre Vanesa se dispone a abrir su corazón a Gustavinho y hablarle de esa relación tan importante que le dejó el corazón partido, Gustavo que yo creo que ya ni la ve, le pega un corte de manga verbal, duro como un derechazo, definitivo como un buen gancho, ignorando no sólo su historia sino afirmando que no le interesa nada de lo que le cuente ni haga. Está vencida, es el triunfo de la brasileña por K.O. Una goleada de los tiempos de Pelé. La verdad, se merece un aplauso. Cuentan algunos comentaristas de este blog un montón de cosas sobre el futuro de la pareja Gustavinha. Yo prefiero hacer oidos sordos, hacer como que no sé nada y disfrutar del amor falso y vergonzante de Gustavo y Cristina y asistir, no sé si me apetece o no, a la lapidación mental de Vanesa y su camiseta de Heidi Metal, un clásico urbano desde ya.
Román, ¿donde estás?
¿Por qué?, ¿por qué no salió más Román? Porqué un personajazo como él, con esas dos estrellas de la televisión a su lado, con ese pueblo que parece "Amenece que no es poco", porqué Román y su granja no salen más. No me cabe en mi inmensa cabeza. No lo entiendo. Yessica y Teresa, esas dos gigantes del celuloide son mucho. Teresa estuvo muy graciosa en modo triste. Su actitud alma en pena por el acercamiento de Gustavo y Yessica daba ternura y risa. Después su momento de matar al gallo, en ese ritual en la cocina con la telenovela de fondo fue hardcore. Como chocante fue su confesión final: "soy epiléptica". Lo que nos espera. Por cierto, uno de mis momentos favoritos de esta temporada es sin duda cuando Yessica y Teresa hablan de sus cosas. Sus acentos exóticos juntos hacen música, escuchen y verán que no se me está yendo la olla. Apenas disfrutamos de Román y eso me apena. Eso sí, lo vimos chataer, su desvirgamiento chateador en directo, su primer chat. Una cosa que me pareció muy exótica de los polémicos chats es el programa que utilizan para chatear. ¿Pq chateaban en fuente Comic Sans rosa? ¿Qué extraño programa de chat utilizan? Si alguien lo conoce que me lo mande, era muy 98.
El Andabluff.
Incomprensiblemente salió más que Román. Sigue en sus quince, empeñado en aburrirnos. No hay ángulo posible para salvar esta casa y que sea mínimamente entretenida. No hay solución. Es una casa en la que se habla de domar caballos, no digo más, que me aburro.
Jonathangano
Hay algo extraño con la granja de Jonathan. Es grasienta, reina el mal rollo, Jonathan siempre dice las mismas memeces y su obsesión por el sexo guarrete es verdad que a veces cansa. Sin embargo, todos estos factores no evitan que este tridente polémico y chabacano sea uno de los highlights del programa. Jonathan es un teleñeco perturbado, restriega su paquete contra las esquinas, paredes y lo que pille, calienta el ambiente a la mínima, propone juegos perversos como la botella, sortea quien duerme con él. Es un mascachapas, el típico pesado y salido del colegio que se ha hecho el kamasutra de las pajas repetidas veces, ya saben, la hormiguita en la bañera, la bolsa en la cabeza, todas, no le falta ni una. Además y esto no me lo negarán, está creando un ambiente enrarecido donde se permite todo, está preparando la orgía sin que nos demos cuenta ni nosotros ni ellas. Una comunión perversa donde los chistes malos y duros, las sobradas verbales y el sexo explícito son el día a día y a nadie le extrañan. Frases como “me encanta el sexo”, “se me está subiendo el hidráulico” (hidráulico es pene en jerga granjeril como vimos la temporada pasada),o la célebre “cuando yo tenga 65 tú ya estarás en las últimas”, un misil que Jonathan lanza a Elisabeth, nos indican que la juerga sólo acaba de empezar. ¿Y qué decir de ellas? Rebecca, rancia y amargada a la que todo le cuesta un horror, que para más inri se rumorea que tiene un novio fuera y Elisabeth, la mujer curtida que va de madura y que dice cosas como “No soy plato de segunda mesa” o “soy demasiado buena y la gente me toma el pelo”, jamás os fieis de alguien que dice eso, hay muchas posibilidades de que sea una psycho. Huid. Ambas chicas, de pelo rubio y cejas oscuras, se pelean sin parar. Se insultan en plan malrollero a voz en grito y niegan que quieran estar con Jonathan aunque la primera que pueda lo deja seco por despecho a la otra y luego vendrán los malos rollos y arrepentimientos. Para mí que esto acaba en orgía. Se lo trajinará una y luego la otra tal y como apuntaba el pervertido en capítulos anteriores. La mudita y la cotorra son las protagonistas absolutas de esta casa, una pareja explosiva aderezada con un bufón memorable. Un español de chiste, que ha llevado su adicción mental por el sexo al límite, a la risa y al asco. Al borde de la paranormalidad.
Elo-ca y Cesar
No sé mucho de psiquiatría ni de trastornos cerebrales pero me apuesto un brazo a que lo de Elo está tipificado como un claro cuadro de bipolaridad. Elo es una histérica como la mayor histérica que hayan visto en sus vidas. Su paranoia roza la locura. Elo-ca se cree que todo el mundo habla de ella. De pronto llama guarros a sus compañeros. De repente rompe a llorar porque echa de menos a su madre. Ella, una tiparraca de 40 tacos que lleva 2 días en una granja voluntariamente y no secuestrada rompe a llorar porque echa de menos a su madre. No lo entiendo. Tremendo y chistoso a partes iguales. Está tarumba, pirada, volada, piripi. Como una chota. Cada programa va a más. No se la pierdan. Parece que te vas a cansar de tanta intensidad pero no, al contrario, su locura produce adicción y necesitas verla todo el rato. Al otro lado tenemos a Cesar que me recuerda cada día más a Peter Sellers en una película de esas que
hace de papanatas. Es un serio que hace gracia, un tipo nervioso y parlanchín que no sabes si trata bien a Elo por educación o para evitar asesinarla. Si Elo les molesta que la manden a la granja de Melendi, sueño con esa pareja.
Y con ese deseo me despido. Repito, no desesperen. Granjero Busca Esposa está muy vivo.
Saludos,