jueves, 4 de diciembre de 2008

A favor del contagio. Hoy: La Lucha Libre.

Por favor, ¿alguien fue al combate de Lucha Libre celebrado en Madrid el pasado fin de semana? Yo sí, el otro día asistí a mi primer combate de Lucha Libre Mexicana acompañado de 6 amigos y amigas y 8 miembros de mi familia. Todavía hoy sigo impactado. Fue en Madrid, en un sitio que me pareció espectacular llamado El Circo Price que como su nombre indica es un circo con gradas y muy apañado.

Básicamente me volví completamente loco. Perdí los papeles y me di cuenta que no hay nada mejor en este mundo que ir a un espectáculo y darlo todo, dejarse contagiar por lo que ves y por el ambiente. Fueron 4 espectaculares combates. Al principio no lo pillé, la verdad. Un presentador muy desubicado, una puesta en escena muy cutre y mucho escepticismo en el ambiente.
Poco a poco vas entrando y empiezas a contagiarte hasta terminar como un energúmeno gritando improperios, abucheando, insultando, tronchándote de risa, bailando y hasta cantando. Es una experiencia obligatoria.

Mis reflexiones:

-La Lucha Libre es inofensiva pero provoca en ti reacciones y comportamientos cercanos al hooligalismo, muy rudos. Además no gritas en pro de un estúpido equipo de futbol sino a favor y en contra de unos luchadores que a medida que avanza la noche ganan en frikismo y espectacularidad. Igualmente liberas mucha tensión, tensión máxima. Es un deporte que recomiendo para ejecutivos estresados.


-Los luchadores son bárbaros. Yo claramente destacaría el combate entre las mini superestrellas Octagoncito, el amo de los 8 ángulos acompañado de Lobo de Nacho Libre y Mascarita Sagrada, el pequeño gigante acompañado de Pequeño Pierrot. Un desfase visual entre 4 seres humanos de cortísima estatura que entre cabriola y cabriola se pegaban unos gigantes mamporros. No eran exactamente enanos, eran luchadores grandes pero en una menor escala, ¿me entienden?


-Mi héroe de la noche fue claramente Cassandro, mitad hombre, mitad mujer, grandísimo exótico que salió al combate al son de “A quien le importa” de Alaska y Dinarama. Fue tal su magnetismo y su amaneramiento que ya en su espectacular salida consiguió que todo el circo tararease a los Dinarama. Lo demás fueron una sucesión de golpes certeros, brincos y mortales difíciles de olvidar. Lucía una permanente a lo Mayra Gomez Kemp, así se lo recordó el público, espectacular.


-El público también aportó. Sin duda una mezcolanza difícil de ver: punkies, padres con sus hijos, pijos clásicos, modernos, indies, gente anodina, mexicanos que ya sabían a lo que iban, mi familia… un auténtico circo unido y contagiado por los luchadores. Mucha unión.


-El espectáculo aporta muchísimos ataques de risa, auténticas partidas de caja de esas que te tienes que sujetar las pelotas para calmarte.


-Las acrobacias y los sopapos que se pegan son bastante buenos. Me recordaron en momentos a las películas de Bud Spencer y Terence Hill, grandes maestros de las ostiazas.


-La cadena de restaurantes la Panza es lo Primero capitaneada por El Greñas, personaje mágico de Madrid, sirvió comida y margaritas bien padres.


-El Hijo del Santo y El Solitario fueron las estrellas que más ovaciones se llevaron. Ambos estaban fibrosos y tenían silueta de abuelo.

-Ciertos sujetos del público, incluido yo, parecían estar fuera de sus casillas. Como endemoniados y resultaba muy chistoso.


-La música fue exquisita, clásicos mexicanos, reggaeton y el inolvidable “Suavemente” de Elvis Crespo que tan acertadamente versionea mi querido Antonna.


Eso es todo amigos, la próxima vez que pase por Madrid no se lo pierdan. Yo ya he encontrado mi deporte favorito.